20 abril 2006

Y vigilo...

La verdad es que esta vez voy a escribir más por abandonar el abandono del blog que porque tenga algo que contar, así que a ver qué sale...

Ultimamente me siento como Fernando de Mejillones en "Al borde de lo fácil" FR4... Yo estoy sentado en una posición privilegiada, tengo unos prismáticos bestiales, y vigilo, vigilo lo que va pasando.

Estoy encantado. Estoy tan encantado que hoy a las 8 y media de la tarde tras salir del peluquero con un peinado estrambótico, he quedado con mis amigos y he pedido un cacique con coca-cola. He recordado altalinguas, museos, rocas bajo manto estrellado, halloweens, polacas, trabajo al día siguiente, guitarra, Un cadillac solitario, en fin... la viiiiidaaaaaaaaaaaaaa!!

Y vigilo... y veo de todo.
Veo miles de personas y doy gracias por no parecerme en nada a ellas.
Veo algunas personas y doy gracias por las cosas que tenemos en común y envidio sanamente las que carezco.
Veo vidas vacías y tristes desde fuera. Menos mal que están lejos en su mundo de felicidad de cerdo, porque no sé si lo sabíais, pero el cerdo tiene felicidad de cerdo. Es una de mis frases favoritas. Es perfecto: Ni les envidio en absoluto, ni me envidian a mí en absoluto.
Veo personas que creen que buscan sin querer buscar y se amargan porque no encuentran lo que no están buscando.
Veo más que nunca que basta con miradas o con sonrisas que dicen lo que sería imposible decir con palabras. Con esa gente, algunos cercanos y otros lejanos, la relación es distinta. Es especial. Es posible que sea porque es una relación generosa en la que todos regalamos continuamente sin el típico y muchas veces irremediable egoísmo de esperar recibir algo a cambio. En esos casos es cuando más se recibe, cuando de verdad no buscas que te den nada.

Hace poco en Valencia hice una dinámica con los catecúmenos sobre las huellas que queríamos dejar y sobre qué era el éxito, y la fórmula para conseguirlo.

Yo definí el éxito como tener una gran capacidad de amar y de servir a los demás, tener una gran sensibilidad para saber ver y percibir todo lo que sucede a nuestro alrededor y sentirlo como lo sienten otros y saber ponernos en su lugar. Ser siempre un inconformista y estar siempre en búsqueda, con inquietud por cambiar las cosas malas, y sobre todo, tener gente con la que compartir todo eso. No ser islas.
Una catecúmena me dijo sorprendiéndome mucho, que fracasar era no intentarlo. Así de simple y de brutal. Y a mi me duele que no dejo de ver gente que ni siquiera lo intenta, aunque me alegro de ver que los que lo intentan, consiguen gran parte de ese éxito.

Servir es gratis
Amar es gratis
Ser feliz es gratis