06 febrero 2006

De vuelta

Queridos visitantes de éste mi rincón. Retorno a él por fin, una vez acabados los exámenes. La verdad es que por un lado tenía ganas, pero por otro, tengo bastantes cosas en la cabeza y me daba un poco de pereza retomarlo, aunque supongo que sólo será este post por ser el primero tras una larga ausencia. A ver si cojo ritmo. Hay mil cosas que comentar.

Esta vez creo que toca hacer mención a quien debo gran parte de mi educación y de mis valores:

La Compañía de Jesús.

Para mí los jesuitas son sinónimo de calidad y de calidez. Ambas cosas son fundamentales para profundizar en el crecimiento personal y en mi relación con Dios y con mi prójimo. He aprendido muchísimo con ellos y gracias a ellos. Incluso he aprendido de los novicios, que serán los jesuitas del futuro constatando que estaremos en buenas manos.

En un mundo que tiende a separar en lugar de unir, a valorar la ignorancia en lugar del saber, y a sembrar la discordia en lugar de buscar puntos de encuentro, y más concretamente, en una Iglesia paradojicamente a veces muy alejada de sus miembros, se hace fundamental la existencia de los jesuitas.

La Iglesia es como un manzanar gigantesco, con miles de árboles. En el centro hay un gran manzano con manzanas de todos los tipos. La mayoría muy grandes pero poco sabrosas. Desde este gran manzano se puede avistar un gran campo de manzanas enormes. Está muy lejos, y está protegido con alambres de espinos para que la gente no se cuele a probar de sus ricas manzanas, hay muy poca gente en él, y algunos que cruzaron la valla y las probaron dicen que en realidad son como muchas personas, bonitas por fuera pero podridas por dentro.
Así que no parece que merezca la pena arriesgarse a cruzar la valla. En el extremo opuesto hay un campo mucho más pequeño, pero tremendamente cuidado. No tiene vallas, y es el que tiene mayor afluencia de gente, debido a que sus manzanas son las mejores y a que los dueños dicen que cultivan y miman sus manzanas para todos los que quieran puedan comerlas, y les enseñan la forma de que les sepan mejor que ninguna otra manzana, ya que como les enseñó su maestro, "no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el gustar de las cosas internamente".

La educación de los jesuítas marca, y es una educación de gran calidez. Ahí empecé a sentir que me importaban los demás, que no se puede ser indiferente a la injusticia, ni a la mentira ni al sufrimiento. Muchos de sus alumnos han llegado a lo más alto en lo profesional, como Zapatero, Rajoy o Gallardón, pero seguro que los que han sabido jugar con sus talentos han llegado a lo más alto en lo personal, y saben cultivar, compartir y disfrutar cada manzana.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

grande Pegat!!

igual que tú, puedo decir que he comido de una buena manzana y espero poder seguir disfrutándola!! AMDG

5:17 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Que be, te has pasado, que be, me encan.

Mi Pa tambien fue a los Jesuitas, hasta que le volvieron a echar.

3:49 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Iñazio gure patrio iundia
jesusen kompañiak
fundatu eta desu armatu...

GRANDE!!!!!

7:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola charls,

yo fui a un cole de esos de "progres", ilegal total, porque ni siquiera ofertaban religion, era ética para todos.

No habia jesuitas, pero aprendi practicamente lo mismo que tu describes, es un buen ejemplo de como siempre existen pequegnos grupos de buena gente, bajo todo tipo de ideologia.

La buena educacion es fundamental. Un abrazo.

11:18 a. m.  

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