18 julio 2005

La sal de la vida

Carlota es mi sobrina. Tiene alrededor de 10 meses. Vino al mundo tras un embarazo de esos terribles. Los ginecólogos quisieron cubrirse las espaldas "inventándose" una anomalía donde no la había por "si acaso". Hoy Carlota debe su vida a la valentía tremenda de sus padres, que dedidieron aceptar lo que Dios les trajera y seguir adelante con la vida de ese feto que se estaba gestando.

Carlota tuvo prisa. Con apenas 7 meses quiso salir a ver el mundo y a conocer a su familia, y tras una cesárea, la fe y el valor de Mario y Natalia, sus padres tuvieron recompensa, y hoy tenemos entre nosotros a un niña muy chiquitita, con unos ojos azules preciosos, muy oscuros, y que cada día regala a sus padres, abuelos y tios, vida, alegría y esperanza en grandes cantidades.

Hoy he tenido a Carlota en mis rodillas unos minutos. Cuando me miraba sonriendo con esos ojazos pensaba en la suerte que teníamos los dos. Ella por vivir y yo por tener a esa cosita tan pequeña e indefensa en mis rodillas sonriéndome y jugueteando con mis gafas de sol.

Yo le decía: "Carlota, no me tires las gafas ¿eh?, que veo tus intenciones..."
Me ha hecho caso.

Pero en realidad si las hubiera tirado y se hubieran roto no me habría importado. Su sonrisita vale muchísimo más que mis gafas de sol.

Muchas veces he pensado qué hubiera hecho yo en lugar de Natalia o Mario. Mi formación, mi educación y mi fe lo dicen claro, pero encontrarse delante del toro es otra cosa, por lo que puedo decir que sé qué es lo que me gustaría hacer, pero no sé si tendría lo que hay que tener para hacerlo...

Ultimamente hay entre mis primos una auténtica ola de fecundidad. Mi familia está aumentando por doquier, esos "bichos" que apenas llegan por las rodillas, que se cagan encima, lloran de madrugada, que tienes que decirles que la cuchara es un avión para que coman y que si les dejas solos la arman a la menor oportunidad.

Son bestiales. Son la sal de la vida, lo que recarga las pilas, lo que te da esperanza e ilusión y te anima a seguir adelante.

Yo de verdad que no entiendo a los que no quieren tener hijos.

Si es que una risa de un niño vale por 1000 cambios de pañal, por 1000 noches mal dormidas, por 1000 bajadas nocturnas a la farmacia, o a por helado de coco con frambuesa, o a por berberechos con ketchup

Si es que cuando tu vida se apaga, una simple sonrisa de un niño te la ilumina como un foco de un millón de watios. No hay más que ver cómo disfrutan los abuelos con sus nietos, como les miman incondicionalmente.
El caso de los abuelos es el más claro, pero cuántos padres llegan a casa cansados del trabajo, arrastrando sus problemas y se les pasa todo cuando ven a su hija/o gateando hacia ellos o cuando le bañan, o cuando le dan el biberón y se queda dormido/a sobre su pecho.
Existe alguien a quien no se le caiga la baba cuando un bichito de estos corre hacia tí y te abraza o te da un beso? o te dice: "Tio Carlos toma tu espada (palito de 15 centímetros) y juega conmigo"

Los hijos son la sal de la vida. Si la sal se pone sosa, o desaparece, ¿¿con qué se salará??
Son la viiiiiiiiiidaaaaaaaaaaaa, y por ellos merecen la pena todos los sacrificios.
Ojalá tenga la suerte y el merecimiento algún día de ser padre y sobre todo ser digno de ser padre. Y ya puestos a pedir, que no sólo sea por una vez.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Aun soy muy joven pero estaria bien tenerlos.. Alguna se anima????

10:57 p. m.  
Blogger bbells said...

Los peques.... Te contaré una historia, con un punto de vista femenino.
A mi me gustan los niños, sobre todo las niñas, son mas ricas, más graciosas, en fin, no sé, son más bebés, además tuve la suerte de tener un hermano cuando ya era muy mayor y bueno, no he podido compartir juguetes ni cosas de esas, pero he visto la infancia del enano de la casa desde el punto de vista de una adulta, o casi... El caso es que ahora, que empieza a gritar el reloj biológico de algunas amigas (he de reconocer que las del despertador son un par de años mayores que yo), me comparo y pienso, yo no tengo instinto maternal, porque veo un crío y no me sale ir corriendo detrás a hacerle carantoñas y tonterías, pero ... la verdad es que tiene otra explicación, "cobardía". Me da miedo que me entren las ganas de tener uno, siempre he pensado que es mejor ser madre más o menos joven (de 27 a 32), pero ahora, que cada vez está más cerca... ufff, creo que tardaré bastante. Cuesta mucho que sea el momento adecuado, y cambiar de vida, ya sé que luego todo son cosas buenas, pero... La verdad es que mi profesión tampoco ayuda, y no hablemos de la de mi pareja y nuestra relación a distancia.
En fin, que procuro que el instinto maternal se quede agazapado en el cajón hasta el momento adecuado, que esta vida es muy compleja como para traer a alguien a la vida sin pensarse muy bien si los padres están preparados para enseñarle a vivirla lo mejor posible.

Un besito.

4:43 p. m.  
Blogger Pegat said...

Si, pero reconoce que si estuvieras preparada para tener un hijo/a (me refiero a tener estabilidad, trabajo fijo, pareja cercana...), y te quedaras embarazada sin esperarlo, sería una alegría tremenda, como les ocurrió a Vilches y a su pareja en "Hospital Central" el pasado capítulo (lo siento si no lo veis...). Aunque claro, una vez que no tiene remedio lo mejor es alegrarse. Pero yo creo que algo así tiene que ser siempre motivo de alegría.

9:40 p. m.  

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